Un año después de mi primera incursión en el corazón del ciclismo neerlandés, regreso a los caminos revirados y ondulantes del sur de Limburg para enfrentarme de nuevo a la ciclo Amstel Gold Race Experience 2025. Esta vez, con 150 kilómetros por delante y el corazón más dispuesto al disfrute, a la compañía… y, por qué no, a una buena cerveza fría al cruzar la meta.

Segunda vuelta al ruedo, pero con nuevo enfoque
Ya no se trata solo de sobrevivir al terreno caprichoso ni de resistir el festival de cotas encadenadas. Esta edición será distinta. Participar con mi grupetta holandesa le añade un condimento especial: más risas, más ánimos en ruta, más paradas con stroopwafels, y esa complicidad que solo se construye entre compañeros de muchas pedaladas.
Conocen la zona, me llevarán por el buen camino (literal y figuradamente), y eso permitirá saborear cada tramo con otro ritmo: uno más humano, más compartido. Porque cuando el objetivo es disfrutar de la bicicleta, todo se aligera.
150 km de sube y baja constante
Aunque no sea la distancia más larga del evento, los 150 km de la ciclo Amstel Gold Race Experience 2025 no regalan nada. Hay que ganarse cada curva, cada repecho, cada bajada. El trazado es un auténtico laberinto de caminos estrechos, giros imprevistos y subidas que parecen surgir de la nada. Entre las más temidas más y queridas están:
Keutenberg, el muro brutal de Limburg
Son 700 m con una pendiente media de 9,9 % y una pendiente máxima de 22 %. El Keutenberg es la subida más temida de la ciclo Amstel Gold Race Experience. No tanto por su longitud, sino por su cruel pendiente que castiga desde el primer metro. El pavimento es bueno, pero la inclinación no perdona. Muchos ciclistas se ven obligados a poner pie a tierra. Superarlo montado es casi una medalla. Es el muro donde se escuchan menos palabras y más jadeos. El que lo conoce, le teme… con cariño.
Cauberg, el icono
800 metros con 6,5 % de pendiente media y una pendiente máxima del 12 %. Cualquier ciclista que haya visto un Mundial, una Amstel Gold o una etapa de La Vuelta en Valkenburg conoce esta subida. No es tan dura como el Keutenberg, pero su simbolismo es inmenso. Sube entre casas, bares y miradas curiosas. Coronarlo, aunque no sea el final de tu marcha, deja un sabor especial. En la Amstel profesional solía decidir carreras. En la ciclo Experience, te recuerda por qué amas este deporte.
Eyserbosweg, el comienzo del sufrimiento encadenado
Son 1,1 kilómetros con una pendiente media del 8,1 % y una pendiente máxima del 17 %. Una de las subidas más decisivas de la zona. Es un camino estrecho entre árboles, que pica y pica hasta que quema. Tiene un final muy duro, con una rampa que parece no terminar nunca. La clave es llegar con buena cadencia, porque si te atranca, el sufrimiento se multiplica. En la Amstel Gold Race profesional, es donde a menudo se lanza el primer ataque serio.

Gulperberg: Corta, intensa y panorámica
500 metros con 9,8 % de pendiente media y una pendiente máxima del 14 %. Desde la cima hay vistas espectaculares de la región, pero antes hay que subir. Es un muro breve pero que se atraganta si vienes tocado. Si has guardado algo en las piernas, puedes disfrutarlo; si no, es una cuesta que parece más empinada de lo que los números dicen. El pavimento está en buen estado, pero el viento puede hacerla aún más exigente.
Fromberg, la trampa “suave”
1,6 km con 4,5 % pendiente media y una pendiente máxima del 7 %. No tiene cifras impresionantes, pero aparece cuando las piernas ya no están frescas. Tiene tramos irregulares y una sensación engañosa: parece más fácil de lo que es. Su longitud constante mina poco a poco. A veces, este tipo de subidas es donde se pierde más que donde se gana. Ideal para mantener ritmo en grupo y recuperar aliento, si queda.

Estrategia: regular, compartir, disfrutar
La clave para esta edición está clara: no quemarse antes de tiempo. Regular bien en la primera mitad, guardar fuerzas para los muros finales, y estar siempre atento al ritmo de grupo. En la Amstel, ir solo puede ser duro y desmoralizante. Ir en buena compañía lo cambia todo.
Y al final, más allá de los vatios o del tiempo total, lo que queda son las charlas entre cotas, las fotos en cada cartel, el sabor de la primera cerveza fría en Valkenburg, y ese orgullo compartido de haber conquistado otra clásica. Porque no hay nada como rodar entre amigos por carreteras llenas de historia.
Limburg, ciclismo en estado puro
La ciclo Amstel Gold Race Experience 2025 es única. No solo por el recorrido técnico y exigente, sino por el ambiente: la pasión que se respira en cada rincón, la gente animando, los voluntarios volcados, los pueblos engalanados. Es una fiesta del ciclismo vivida desde dentro. Y si el año pasado fue descubrimiento, este año será celebración. Una confirmación de que el ciclismo también se trata de eso: de volver, de repetir, de compartir, de brindar.

Nos vemos en Valkenburg. ¡Y que no falte la cerveza!