Como en cada retirada a los cuarteles de invierno, los ciclistas conectan sus ilusiones al enchufe del nuevo trienio. El otoño aterriza generoso en lluvias y deudor de cada vez más grados, aparcando las bicicletas y cediendo todo el protagonismo a los bolígrafos, cuya tinta apenas se ve entrecortada con barro y salpicada con alguna que otra presentación de recorridos.
El equilibrio de las temporadas
Las ambiciones del nuevo año y los balances del antiguo conviven en una breve época que despeña a las viejas glorias por un lado del tejado y muestra las mejores simpatías por el presente y el futuro. Aquello de «gallinas salen, gallinas entran», es el momento de los cambios y los rumores que tanto nos distraen en tiempos de descanso.
Sin embargo, hay planes que parecen haberse quedado encajonados en la misma página. El dicho aquel de hacer limonada con los limones que te da la vida no parece aplicar para aquellos que prefieren una modesta habitación en París por delante de un ático dúplex en la bellísima Roma. Cuando la lógica deportiva y el apetito empresarial no caminan por la misma calle, la virtud acaba por tropezarse con la realidad.
Caso Enric Mas: Inmovilismo ante la lógica deportiva
El caso de Enric Mas es el mejor ejemplo. Superados los treinta, sigue en la misma estación de aquel pandémico 2020 que le vio llegar sin que se aprecie un ápice de cambio de rumbo. El muro del Tour, cada vez más empinado para él, sigue en el horizonte, como el campo de icebergs lo estaba ante el Titanic en aquella fatídica noche de 1912 que lo hizo célebre.
La Hipoteca del Tour y el desamparo de la Vuelta
La hipoteca que supone apostar todo a un cada vez más incierto top ten provoca que la manta destape los pies de la Vuelta, donde la estrella más brillante de Artà ha regalado sus mejores destellos. Y es que dos más dos serán siempre cuatro, y en Movistar deberían ser conscientes de ello a todos los niveles.
El número de victorias en el Tour no supera al de participaciones en el Giro, es decir, empate a cero. Es más, en los últimos tiempos ni siquiera la inclusión de Mas en el ocho del mes de julio garantiza la presencia en los cuadros de honor como antaño sí hacía. Y es normal, los ciclistas tienen su prime y Enric parece haber pasado el suyo.
¿Un Giro de guion fallido?
Hay dichos que apoyan unas y otras posturas. «El que mucho corre, pronto para», dicen. O que «los 30 son los nuevos 20». Pero es que en el ciclismo de hoy aplica más la primera que la segunda. A partir de ahí, no es ni mucho menos un ciclista acabado como para defenestrar las opciones que aún conserva de buscar espacios que el ciclismo actual le reserva. Por ejemplo, el escaparate del mes de mayo, experto en regalar hueco a voces antiguas.
Se ha hablado mucho de la posibilidad del Giro, a estas alturas con más pinta de realidad que de quimera, nada nuevo y que poco a poco debería ir invirtiendo las palabras. En los planes está al menos la posibilidad de discutirlo con la almohada, pero la presumible dosis de contrarreloj de la corsa rosa, que sin ser una cantidad ni asimilable a los peores años de los 90, acabará por diluir, salvo sorpresa, ese pensamiento.
El bucle del calendario: Tour y Vuelta, inevitables
Cuando un ciclista como Enric ha vivido en primera persona más claroscuros que días de gloria da para planteárselo, más aún en un ciclista con esta calidad de piernas. Si alguien se pudiese dejar el dinero en ello, apostaría a que el calendario del balear va a rodear las participaciones en Tour y Vuelta como platos fuertes. País Vasco, Lieja, Dauphiné y poco más. Lo de siempre, vaya. Desde que guarda el maillot de Movistar en su armario, su calendario mantiene el mismo corta y pega, la misma plantilla. Si su palmarés fuese un recital, todavía habría cierta capacidad para comprenderlo, pero desde 2022 el español no levanta los brazos. Tampoco asoma más allá de los podios que logra en la Vuelta a España, su carrera fetiche.
Los beneficios perdidos de la estrategia
Por ello, resulta un auténtico imposible entender qué beneficio quiere obtener la marca de la presencia de Enric Mas en el Tour de Francia, cuando el beneficio publicitario y deportivo tendería a ser mucho mayor de esquivar esa puerta. Un calendario que gire en torno a Giro y Vuelta, donde el escalador tendría muchas más opciones de brillar, cobra más sentido que nunca, y hasta la fecha es un escenario que al menos no se ha descartado. Pero no es el primer año que este planteamiento flota hasta que poco a poco se llena de agua y termina por hundirse.
Nuevas incorporaciones y posibles conflictos de liderazgo
Sí, el fichaje de Uijtdebroeks facilita la distribución de los líderes en vueltas de tres semanas, le quita a Mas un peso de encima, pero ya se ha filtrado que el belga se acoplaría al calendario que tal vez debiera defender Enric. Porque todo pinta a que la joven incorporación de Movistar viene con las ilusiones cargadas para asumir galones y echarse a la espalda lo que le echen. Otro problema podría ser la incorporación de alguna cabeza más a esa bicefalia (ha sonado Richard Carapaz).
En esas convivencias de primavera y verano han saltado tantas chispas en el pasado que llegaron a firmar un documental con ellas. Veremos en qué quedan el agua del río que suena, las habladurías de barra de red social o el planning de 2026.