Mont Ventoux: El Gigante de la Provenza
Hay montañas que son leyenda. Que no solo se suben con piernas, sino con respeto. El Mont Ventoux, conocido como el Gigante de la Provenza, es una de esas cimas míticas que han forjado la historia del ciclismo y, en particular, del Tour de Francia. Aislado, imponente y castigador, este monte ha sido escenario de gestas heroicas, tragedias inolvidables y días que quedaron grabados en la memoria colectiva del pelotón y los aficionados.
Un coloso solitario
Con sus 1.909 metros de altitud, el Mont Ventoux se eleva imponente sobre el paisaje provenzal, visible desde decenas de kilómetros a la redonda. A diferencia de otros grandes puertos alpinos o pirenaicos, el Ventoux se alza aislado, lo que lo expone a un viento brutal —de ahí su nombre, que significa “montaña ventosa”— y lo convierte en un desafío tan psicológico como físico.
Hay tres vertientes para ascenderlo, pero la más emblemática es la que parte desde Bédoin: 21,5 km con una pendiente media del 7,5 %, y un tramo central (los 10 km desde Saint-Estève hasta Chalet Reynard) que roza el 9-10 % constante, sin tregua ni sombra.

Un lugar de leyenda… y tragedia
El Tour de Francia visitó por primera vez el Mont Ventoux en 1951, y desde entonces, cada ascenso ha dejado huella. Pero si hay un día que marcó para siempre esta montaña, fue el 13 de julio de 1967, cuando el británico Tom Simpson perdió la vida durante la subida. A pocos kilómetros de la cima, agotado y deshidratado, cayó de su bicicleta y murió poco después. Hoy, una modesta estela con su nombre recuerda su figura, y es tradición que muchos ciclistas se detengan a rendirle homenaje.
Ataques que hicieron historia
El Ventoux ha sido escenario de ataques legendarios y batallas memorables. En 2000, Marco Pantani ganó en la cima tras un duelo psicológico con Lance Armstrong, que años más tarde reconocería haber “dejado” la victoria al italiano. Llegamos a 2013, donde Chris Froome arrasó en la cima con una de las exhibiciones más dominantes de su carrera y abriendo hueco a Nairo Quintana.
Aunque si por algo recordamos a Chris Froome en el Mont Ventoux fue por su momentazo en 2016. El británico sufría un percance en su bicicleta y decidía salir corriendo montaña arriba.
En 2021, por primera vez, el Tour subió el Ventoux dos veces en una misma etapa, bajando por Sault y terminando en Malaucène. Fue una jornada épica donde ganó Wout van Aert y que confirmó que, décadas después, esta montaña sigue siendo uno de los grandes jueces del Tour.
Un símbolo del ciclismo
El Mont Ventoux no solo representa una dificultad física; es también un símbolo de superación, de respeto a la naturaleza y al esfuerzo. Es un lugar donde los campeones se hacen grandes, y donde los amateurs se sienten parte de algo más grande.
Para cualquier ciclista, profesional o aficionado, coronar el Ventoux es un rito de paso. No es simplemente subir una montaña: es enfrentarse a una leyenda, pedalada a pedalada.
