Canarias, es un paraíso ciclista y por primera vez en casi cuatro décadas, La Vuelta Ciclista a España cruzará el Atlántico para celebrar sus últimas etapas en un escenario tan exótico como espectacular: las Islas Canarias. Este anuncio, que ha revolucionado tanto a los aficionados como al pelotón profesional, promete una última semana de competición repleta de emoción, belleza natural y sobre todo, dureza. Con el anuncio, a falta de confirmación oficial, de que Tenerife y Gran Canaria acogerán varias de las etapas finales en 2026, la carrera española apuesta por cerrar su calendario con una nota épica, elevando aún más el estatus internacional de las islas afortunadas como territorio ciclista de élite.

El Teide: un titán de lava que nunca termina
Subir al Teide no es simplemente afrontar un puerto de montaña: es una experiencia física y emocional. La carretera se estira sin descanso durante más de 45 km en algunas de sus vertientes, ganando altitud de manera constante hasta superar los 2.300 metros sobre el nivel del mar. La vertiente más emblemática es quizás la que parte desde La Orotava, en el norte de la isla, donde el ciclista arranca rodeado de la humedad verde de la laurisilva y termina rodando entre coladas de lava y roca volcánica en pleno Parque Nacional del Teide. Son más de dos horas de ascensión casi continua, con una pendiente media en torno al 5%, pero con un desgaste progresivo que convierte esta subida en una trampa silenciosa.
Desde Chío, en el oeste, el escenario cambia: la carretera serpentea entre pinares y vistas oceánicas, con una pendiente algo más irregular, más explosiva, que obliga a cambiar de ritmo constantemente. Esta vertiente, de unos 32 km, incluye zonas al 9% y largos falsos llanos que castigan las piernas tanto como las rampas. La llegada a los 2.300 metros de altitud se alcanza bajo un cielo diáfano, en un paisaje casi marciano, con la cima del Teide presidiendo la escena como una catedral natural. Por su altitud, su belleza y su simbolismo, esta subida podría marcar una de las etapas reinas más espectaculares de toda la historia reciente de La Vuelta. Territorio de la cicloturista ‘Vuelta al Teide‘.

El Pico de las Nieves: el muro atlántico
Gran Canaria no se queda atrás. Su punto más alto, el Pico de las Nieves, es uno de los secretos mejor guardados del ciclismo internacional. Es territorio de la cicloturista ‘GF Pico de Las Nieves‘. Aunque menos conocido por el gran público, es una referencia absoluta para muchos profesionales. Su vertiente más célebre y temida es la que nace en Ingenio, en la cara este de la isla. Apenas 23 kilómetros de ascensión con rampas que alcanzan el 23% en la zona de La Pasadilla y Cazadores, una pared que convierte este puerto en uno de los más duros de Europa. El desnivel acumulado supera los 1.800 metros positivos, y todo ello en un entorno que va cambiando radicalmente: de palmerales costeros a laderas de roca viva, de barrancos escarpados a bosques de pino canario. Una subida que no concede un solo respiro y que exige alma, piernas y cabeza.

La vertiente desde Maspalomas, en el sur, es más larga pero no menos exigente. Se trata de un ascenso de unos 45 km, con una pendiente media del 4%, pero que engaña con tramos rompepiernas y falsos llanos que alternan con curvas muy exigentes. A medida que se gana altura, el aire se enfría, el mar desaparece del retrovisor y el Teide, desde la isla vecina, se asoma entre las nubes. La llegada al mirador del Pico de las Nieves regala una de las vistas más espectaculares del archipiélago. Un lugar perfecto, simbólico y físicamente determinante para decidir una Gran Vuelta.
Canarias, laboratorio de campeones
Las Islas Canarias no son nuevas para el ciclismo profesional. De hecho, son la base de entrenamiento habitual de muchos de los mejores corredores del mundo. Su clima estable, el bajo tráfico, la altitud y la calidad del asfalto hacen que cada invierno los hoteles de Tenerife y Gran Canaria se llenen de maillots de INEOS, UAE, Movistar, RedBull-BORA o Visma. Alberto Contador, Primož Roglič, Chris Froome y Tadej Pogačar son solo algunos de los campeones que han afinado sus piernas entre volcanes y barrancos antes de ganar el Tour, el Giro o La Vuelta.

Ahora, el entrenamiento dejará paso a la competición. Ya no será solo un escenario para poner a punto el motor: será el campo de batalla definitivo. La geografía volcánica, el calor, el viento y la altitud pondrán a prueba no solo las piernas, sino también el temple de quien aspire a llevarse el Maillot Rojo hasta Madrid… o hasta la cima del Teide.
Un final de Vuelta con acento canario
La organización de La Vuelta aún no ha desvelado el recorrido final, pero los rumores ya dibujan una última semana en Canarias con cuatro etapas de montaña pura, dos por isla. La logística, aunque exigente, está hoy al alcance: aeropuertos internacionales, infraestructuras hoteleras y apoyo institucional permiten soñar con algo grande. Un cierre de carrera rodeado de montaña, mar y rampas imposibles. Un homenaje a una tierra que ha dado mucho al ciclismo… y que por fin tendrá su merecido protagonismo.

Porque cuando el Maillot Rojo se juegue entre el viento del Atlántico, la altura de un cráter dormido y las gargantas imposibles del interior insular, no quedará ninguna duda:
La Vuelta a España se va a las Islas Canarias… y no volverá siendo la misma.